jueves, 23 de julio de 2009

El Caldeamiento del Músico - El Músico en el Caldeamiento. Por Julian Presas.

EL CALDEAMIENTO DEL MUSICO – EL MUSICO EN EL CALDEAMIENTO
Publicado en "Campo Grupal", Noviembre 2009.

El tiempo de función puede ir de los sesenta a los trescientos minutos incluyendo el trabajo previo y posterior de la compañía.
No para el músico.

El músico de Teatro Espontáneo es como los instrumentos.
Acaso el tambor deja de ser tambor por no estar sonando, acaso las cuerdas dejan de serlo por no ser tañidas, acaso los vientos no son vientos porque no hay soplido que los atraviese, y la voz no es voz por no vocearse…

Entiendo la sonorización de escenas espontáneas de la vida real como un lugar de privilegio donde el músico puede realizarse. Espacio donde las dimensiones de lo real se entremezclan con las del tiempo, el espacio y la ficción.

La responsabilidad que implica ser ejecutor de materia audible en representaciones que pueden ser livianas o profundas.
El compromiso y cuidado que se debe tener a la hora de ingresar al espacio acústico.
La certeza de que donde los sonidos llegan las palabras apenas acarician.
Lo innegable del sonido como ente donde todas nuestras memorias, identidades y procesos se reúnen.
Todo eso me ha llevado a pensar en una serie de pasos a tener en cuenta antes de la función.

Porque el tambor debe tensar el parche, las cuerdas deben afinarse, los vientos deben calibrarse, la voz debe prepararse, el músico debe caldearse.

CALDEAMIENTO DEL MUSICO/SONORIZADOR

“Los Oídos”
Oír y escuchar no es lo mismo.
Los oídos no tienen parpado, esa constante percepción torna la audición vaga, es una consecuencia lógica, por eso debemos afinar el oído, sensibilizarlo, volver a oír, volver a escuchar.
La auditiva, junto a la olfativa; es una de las dos memorias mas antiguas del ser humano, debemos oír lo que pasa, para lograr esta re-sensibilización, escuchamos.
Para ayudar cerramos los ojos y oímos, lo que pasa afuera, los sonidos del ambiente, luego los nuestros, los internos, ritmo cardiaco, respiración, aire, sangre, los fluidos corporales. El silencio, el ambiente, el todo.

“Los Ojos”.
¿Que vemos?
Reconocemos el espacio, colores, formas, tamaños, componentes, cosas, afinamos la mirada.
Este es otro de los tres universos por donde el músico percibe y lee lo que sucede en la escena.
Oídos. Ojos. Y el tercero, es el ALMA.
Vamos a ver todo lo que se pueda ver, lo invisible, lo sin forma, con ojos cerrados o abiertos, todo nuestro sentir puede estar viendo, toda nuestra sensibilidad es ojo. Ver, mirar, observar. Agudizar y gravitar la vista.

“Las Manos”.
Su doble función, como instrumento y como ejecutante de los mismos.
La mano es la herramienta mediante la cual hacemos sonar, incluso la voz, al acompañarse de la gestualidad de las manos, se potencia.
Reconocemos nuestras manos. Nuestras arrugas, dedos, nudillos, cicatrices, manchas, huellas.
¿Qué han hecho nuestras manos?
Han acariciado, han golpeado, han tocado, han tapado, han abierto.
¿Cuál es la historia de mis manos?
La derecha que trabaja, la izquierda que sueña, ambas dos juntas, mano con mano, contra el piso, contra el instrumento, contra el aire, contra el viento. Abriéndome paso hacia la realidad desde el mundo de sonidos en el que me sumerjo en la sonorización, mano que es ancla y vuelo, que trae, que lleva.
Miro y escucho a mis manos, tienen tanto que decir…

“El Cuerpo”.
La pedagogía musical estructurada, los conservatorios y academias tienden a rigidizar el cuerpo, no solo se encapsulan los sonidos sino también las posibilidades de movimiento.
El cuerpo del músico es lugar por donde el sonido pasa, debe ser flexible y estar abierto, preparado, listo y despierto.
No olvidemos que gran parte del tiempo tenemos encima nuestro, otro cuerpo, si; el del instrumento.
Un peso que puede contracturarnos, producir esguinces, impedir movilidad, otra entidad corpórea a la que tenemos que amoldarnos.
La memoria corporal esta íntimamente ligada a la memoria sonora, otro de los motivos por los cuales es importante caldear nuestro cuerpo.
Cada palmo de piel, músculo, hueso y articulación es provocado por el sonido.
Cada espacio no trabajado es territorio perdido, lugar por donde la cosa no podrá ser.
Debemos trabajar nuestro cuerpo sin el instrumento, por separado; intentemos no ser músicos por un rato y bailemos, movamos nuestros cuerpos mientras otros tocan.
Trabajemos nuestras trabas corporales, reconozcamos nuestro cuerpo, preguntémosle a su memoria algo que queramos saber para reelaborarlo, consultemos nuestra historia individual, regional, continental, generacional, la de nuestro compromiso, la de nuestros desintereses, preguntemos… el cuerpo tiene repuestas, el cuerpo nos puede ayudar.

“El Espíritu”
Todo lo que sale de nosotros atraviesa antes, cuerpo y alma.
Debemos caldear nuestros sentires, tristezas, alegrías.
Evocar nuestros momentos más profundos, tenerlos a mano, saber de ellos, recordarlos, vivirlos, despertar la sensibilidad de nuestra historia.
Predisponer nuestra esencia, recorrer nuestro interior.
Nacer y morir de nuevo. Nuestros vivos, nuestros muertos.
Debemos entrenar la fortaleza que nos permita ser todo esto sin sucumbir y al mismo tiempo, sucumbiendo.
Porque si sonorizo una muerte, muero, me desgarro y desangro en el ruedo.
Porque si sonorizo un nacimiento siento ese cuerpito, esa risa, esa ternura.
Porque si sonorizo aquello liviano o profundo que el narrador relate debo tener a mano mis sentires, todos.
El entrenamiento permite poder en segundos sonorizar otra escena.
Por esto el músico esta en otro tiempo. Para protegernos ante lo jugado, apasionado, hermoso y terrible de nuestras acciones.

EL MUSICO EN EL CALDEAMIENTO

Después de las palabras, la bienvenida, las explicaciones, la presentación de la compañía. En algún momento (de acuerdo al dispositivo), el que surge es el sonido.
El sonido también puede ser palabras.

La compañía esta caldeada, el músico también, pero el público no.
El músico debe además de caldear sus oídos y predisponer sus mentes, aunar de alguna forma a todos los presentes; público y compañía.
Convengamos que con la música de por medio la cosa es fácil, es el elemento adecuado, no obstante, tenemos que ayudar a la música con una buena selección de aquello que hagamos que suene.

Adecuación.
¿Dónde es la función? ¿Quiénes componen el público? ¿Cuál es su historia sonora?
Debemos estudiar previamente la comunidad donde irrumpiremos, sus hitos, traumas acústicos, orgullos musicales, lo sonoro que predomina.
Un volcán, un terremoto, los artistas locales, los estilos que los identifican, el folklore, la música popular, los cantos conocidos, las letras, los instrumentos.
Debemos misturar nuestro bagaje con aquello propio del lugar donde sonoricemos.
Si viajamos a otra realidad, tenemos tiempo, tenemos Internet, una serie de recursos a nuestra disposición. Bibliotecas donde historizar, discos, Youtube… es tan fácil la búsqueda de material ahora.
Pero atención, que estar al menos un día antes en el lugar de intervención es único, sentir sus olores, palpitar y respirar los mismos aires es tremenda preparación. Algo que la tecnología, ojala; no pueda nunca lograr.
Si la función es en “nuestro lugar” estemos atentos a los que vienen. Si ya conozco al narrador, si alguna vez sonoricé una escena suya debo recordar que toqué, que instrumento, que giro melódico, que melisma, que impostación de voz, como, en que momento de la escena, que hizo tal actor.
Para eso son buenas las crónicas, además de la memoria claro.
Quienes están presentes, como visten, como caminan, como respiran, como hablan, como se sientan, como miran la escena, se ruborizan, se sonrojan, que reacciones tienen, como reaccionan ante tal sonido.

Selección.
Los primeros sones pueden marcar aquello que suceda luego.
Seamos concientes de eso. Vamos a tocar tonos mayores, menores, o ambos. La armonía, de pocos grados, de muchos. Los colores. Lo atemperado. La afinación. La apertura. Lo oclusivo. Lo gris. Lo luminoso.
Sepamos que detenernos, insistir y permanecer en cualquiera de estas formas puede marcar la pauta de lo que suceda en la función.
Sepamos que lo que toquemos puede ser forma. Mecanismo de control. Manipulación de situaciones.
Por eso es bueno que el Músico de Teatro Espontáneo tenga otros espacios donde ser músico. Aquí es músico/sonorizador.
Los despliegues de ego, técnica y virtuosismo deben ser en otro ruedo. Aquí también pueden estar, pero al servicio de la escena.
Las luchas de poder y el anhelo de dominio no deben ocupar espacio en el pensamiento del músico.
Su energía esta destinada al “nosotros”, no al “yo”.

CIERRE

El músico de teatro espontáneo puede no ser visible, el o ella son la música.
Tiene y no tiene al mismo tiempo, sexo, religión, credo, color.

Debe tomar conciencia de la responsabilidad que es sonorizar una escena y debe hacerlo de manera comprometida.
Profesar desde la acción y la palabra.
Desde la entrega y el compromiso.

El músico de Teatro Espontáneo es un estudioso.
Estudia mirando flores, ríos, montañas, lunas y soles, mirándose adentro, mirando afuera, mirando a los otros, escuchando músicas, contemplando.

Ama a sus instrumentos y se propone aprender a tocar otros nuevos.

Viajando a otras culturas, aprendiendo de ellas, enseñando la nuestra.
Entregando, dando y siendo.
El músico tiene mil vidas, nace, muere y renace función tras función.

El músico se debe a quienes lo escuchan.
Llora con sonidos, ríe con sonidos, ama con sonidos, hace el amor con sonidos, hace la guerra con sonidos.
El sonido es su poesía y hay que protegerla.
El músico de teatro espontáneo esta loco y su locura es de lo mas cuerdo que hay en estos territorios de fusión ética/estética.

Hermanos músicos, mantengamos pura la esencia del material con el que trabajamos. Hagámoslo por respeto a la música ya que, somos la música.
Seamos dignos de ella.


Julian Presas.

jueves, 18 de junio de 2009

PRODUCCIONES ESTETICAS GRUPALES

El Origen.
Este ensayo surge a raíz de un encuentro gestado como investigativo y devenido en descubrimiento.
El mismo aconteció varias veces estos años. Quienes participaron fueron diversas disciplinas artísticas, algunas estuvieron siempre, otras no tanto. Las tomo a todas como integrantes de la maravillosa arquitectura resultante: La Producción Estética Grupal.
Pintura. Música. Danza. Escultura. Plástica. Fotografía. Modelo vivo. Teatro. Coordinación. Escritura. Grabado.
Cada una, en tres variantes: Técnica – Improvisación - Espontaneidad.
Vale aclarar que las personas que estuvieron presentes también se consideran integrantes, en dos variantes: Como personas - Como vehículos de las artes.

Este escrito esta en movimiento, es bueno que usted sepa que lo que acá se dice puede variar en unos meses y no por eso ser un discurso contradictorio. Justamente, su estar inquieto es acorde con lo que sucede en las experiencias narradas.
Este proceso de investigación/descubrimiento se encuentra en un punto medio, no esta en los inicios, tampoco en el final.
Mas allá de la abundante teoría que sucede en la reflexión previa y posterior siento que hay muchos datos mas por recopilar para el subsiguiente desarrollo conceptual.
Cada tanto sucede un nuevo hallazgo, un haz de luz que ilumina y lo hace por encima de las sombras que se posan sobre los estantes de pensamiento empastados. He ahí el movimiento, la necesidad de un elaborar continuo.
La acción, la cosa, el acontecer es metáfora de la realidad, el cotidiano y lo que como comunidad estamos viviendo. Es en ese sentido que tal vez no haya jamás un sentido conclusivo para este escrito. O bien, una sucesión de sentidos y conclusiones que van variando con el paso del tiempo, el espacio y la realidad.

Cada colega, alumno, docente, coordinador, tallerista, maestro e interesado por la actividad que ha participado de las mismas ha contribuido. A ellos mi agradecimiento por sus saberes.
Cada cual ha venido a las actividades con su caudal de conocimientos a disposición, conciente o inconcientemente. Los diversos bagajes de los participantes han sido parte fundamental del marco conceptual de los encuentros.
La articulación constante entre los saberes previos y el esquema organizativo propuesto es lo que permite un acontecer genuino tanto para el/los coordinadores como para los participantes.

Entiéndase el esfuerzo intelectual que suscita en mi narrarles desde la escritura, quienes han sido participes sabrán entender que la prosa estilizada no da por tierra con el fervor, la pasión, la belleza, los sublimes instantes de acción e inspiración, la magia, lo único e irrepetible de cada encuentro.
Entiéndase como disciplinas tanto a las artes como a las gentes.
Les pido que entiendan algo que de tan complejo y rico corre el riesgo de no poder ser explicado. Le pido perdón y permiso a la actividad por y para hacer el necesario pasaje por la palabra para trasmitir y contar.

Cómo esta nutrida gama de disciplinas puede sostenerse en la simultaneidad?
Cada una pudiendo ser y todas al mismo tiempo interactuando con las demás.
Brindándose y aportando desde dos lugares, aquello que caracteriza/distingue a cada una por un lado y; propiciando el espacio para que las otras surjan, por otro.
Ejemplo.
Disciplina: Música.
Característica/Distinción: Es y se desplaza en el espacio acústico. Se inscribe en el aquí ahora y en la memoria colectiva e individual.
Posibilidad de propiciar espacio: Genera dinámicas que pueden imbricarse con el acontecer de otra disciplina. Genera sostén rítmico sobre el cual otras artes se desplieguen… y etcéteras varios.
Podría seguir detallando las bondades y beneficios de la música pero la extensión alcanzada si fuese minucioso seria propia de otro ensayo.

Ahora bien, con tantos lenguajes simultáneos existe el riesgo de una producción donde cada quien solo junte agua para su molino.
A veces sucede que un artista ante el temor de lo novedoso de una actividad compartida recurre a lo conocido de la producción estética personal dando por tierra con el sentido de estos encuentros.
Pero atención, es justamente sosteniéndose en lo grupal que el motivo artístico del individuo va a potenciarse, sea cual sea su disciplina.
Déjenme nombrar de nuevo a uno de los participantes, la coordinación.
Así es, pensada como un arte, siendo y propiciando al igual que las demás, su característica/distinción es la de ver, observar, ordenar, negociar, acomodar, pensar, estimular, equilibrar.
Reposicionar la coordinación, ubicarla en el terreno de lo estético promueve la organización necesaria para que esto no sea una maraña desbandada de expresiones.
Es de suma importancia que quien coordine maneje al menos dos disciplinas de las que estén en juego y que este entrenado en este tipo de practicas. También es menester que dicha persona transite habitualmente los caminos de la coordinación grupal y que vivencie o haya vivenciado regularmente la puesta en escena de cualquier tipo de evento desde el lugar de generador de arte.
Estos requisitos son fundamentales para que aquello que suceda lo haga desde un lugar en donde convivan lo artístico y lo autentico.

Lo Organizativo. Lo Secuencial.
Además de lo dicho falta algo para que haya producción. Un algo que aúne los lenguajes. Una partitura que todos entiendan y a partir de la cual se puedan desplegar.
Luego de pensar y repensar me di cuenta que ese algo que estaba buscando común a todos era justamente algo, común a todos (gentes y disciplinas), eso que todos somos, tenemos, usamos y; en mayor o menor medida, conocemos… El Cuerpo.
Lo mas simple y complejo; básico y fundamental.
Eterna partitura de tantas disciplinas, de tantas fusiones, lugar de transición y asentamiento, lugar donde conviven armónicamente los parecidos y los opuestos.
El Cuerpo desnudo. Años atrás sonorice algunas clases del pintor Julio Lavallen, en alguna de ellas estuvo la modelo Patricia Arrieta, quien además de ejercer muy bien su oficio, lo hace desde su bagaje de actriz y bailarina.
Ahora si, una partitura que además de serlo, tuviese la versatilidad de pasar en algún momento a ser una disciplina más, no como ente asimétrico sino desde el lugar de par.

Zanjada esa dificultad aun había otro algo que faltaba, un tema, algo en base a lo cual trabajar, un posibilitante que ayude a la estructura de taller con sus ciclos pertinentes (introducción, caldeamientos, acción, reflexión, regreso, cierre).
Las temáticas trabajadas han sido varias: Despojo. Temperatura. Palabra. Memoria. Lectura. Inclusión. Antagonismo. Espacio. Silencio. Naturaleza. Velocidad. Tiempo. Lo concreto. Lo abstracto. Lo abscreto. Lo contracto. El universo. La vida. La historia. La tierra.
Como verán, este escrito alterna entre manifestar una dinámica y el contar la historia de la misma.
Necesito hacerlo de esta manera ya que, al igual que el tema convocante; la riqueza esta en el desarrollo por sobre el producto.
Como tal, historizar es una forma de incluir al lector en el proceso ya que el mismo no ha finalizado. Se elige la reflexión por sobre la conclusión y hoy, tantoypico del mes tanto de tal año siento que muchas cosas mas van a pasar.
Cada nuevo encuentro aportará sentidos nuevos, esta abierta la puerta a los reposicionamientos. Es sumamente probable que recapitalicemos y recapitulicemos, que agreguemos contenido, información y pensamiento. Como dije al principio, este texto esta en movimiento.

La Cosa.
Qué es la Producción Estética Grupal?

Es la simultaneidad de acciones artísticas varias en un mismo espacio/tiempo.
Esto exige a cada uno (disciplinas y participantes), una apertura sensitiva extraordinaria. La percepción, la intuición y los sentidos todos; se predisponen. Hay que habitar y descifrar la polisemia, los múltiples estímulos y sensaciones que al mismo tiempo están siendo.

Es donde las densidades polifónica y cronométrica se regulan de tal manera que; a pesar de haber una multitud de sucesos, los mismos no se obstaculizan ni pisotean.
Si la tarea es comprendida, lo espeso y lo vertiginoso pueden aparecer normativizados implícitamente. De hecho aparecen y sucede que lo apiñado y frondoso de la superoblación de acciones genera un paisaje móvil.
Escenario de abundancia pero con rumbo. Muchedumbre de manifestaciones artísticas que se aprecian y entienden en coexistencia.

Es fusión de lenguajes que se potencian mutuamente.
Además de lo sincrónico, cada disciplina recibe el vigor de otra en algún momento. Siempre ante un balbuceo hay otro que invita y prepara el espacio de lo hacedero. Lo factible es regla, cualquiera sea la idea de un integrante estarán los demás para posibilitarla.

Es comunicación en los tres niveles de conciencia.
Conciente-Preconciente-Inconciente. Ahí sucede la cosa, lo comunicacional, lo intrapsíquico.
Planos superpuestos que van resonando al igual que la coexistencia de acciones, en simultáneo. La apertura sensitiva que nace del ruedo exige a los tres niveles de conciencia que estén alerta. Cosa extraña requerir atención al inconciente, pero la materia sensible que acontece llega desde los profundos parajes del alma y el barro del que están hechos es el mismo; arcilla del tiempo; greda de lo filo, lo onto y lo genético.

Es lo universal, lo cultural, lo contemporáneo y estilístico de las disciplinas en juego.
Casi un paralelo del parágrafo anterior, aquel hablaba de gente, este habla de artes, sus ahora, sus después y sus antes.
Estas formas y niveles se combinan de manera tal que en el ruedo hay estilos propios, manifestaciones arquetípicas y demostraciones actuales.
Interacción de orígenes diversos pero que pueden responder a cada una de las artes en juego

Propósito.

Ni fin, ni finalidad.
Proceso por sobre producto. Transito por sobre llegada.
La propuesta es revolucionaria, la forma de pensar la actividad también.
El hecho estético en si ya es un objetivo cumplido.
Pensar antes y después de la acción es la premisa que ha ido generando este encuentro.
Saber hasta donde llegar con lenguajes que uno no maneja fue el puntapié para pensar en un encuentro nutrido de docentes de disciplinas varias.
Propósito… cuál es el propósito de la belleza. Cuál el de las emociones, el de la naturaleza, el del asombro.
Cuál es el propósito de aquello que es de por si un propósito.
No tengo la respuesta por suerte, esto ha sido el motor de pensamiento para las actividades. El deseo de potenciar, de adquirir herramientas en consonancias con otras, no aisladas, si en interacción.
Tal vez lo más importante de estos encuentros sea aquello que queda en cada una de las memorias que componen nuestra historia.

Cierre.

Cada encuentro de estos tiene un final, un momento donde la cosa termina. Los pinceles que se lavan, los instrumentos que empiezan a ser guardados, los teatristas, los bailarines, retornando del vuelo… todos y cada uno vamos aterrizando.
Que imagen esa, ese momento donde la actividad aun colorea mejillas.
Ese volver, ese regresar, esa complicidad de saber que va a ser difícil explicar lo sucedido.
Pero bueno, existen otras cosas además de las Producciones Estéticas Grupales.
Fuera de estas paredes donde se trabaja, ya sean de pórtland, madera, esterilla, enredadera, imaginarias; esta el cotidiano, el día a día.
El reloj marca una hora, una fecha el almanaque.
La actividad se termina, volvemos a casa o a un lugar cualquiera, algunos se van juntos a seguir compartiendo, pero el encuentro ha concluido. Todos y cada uno nos disponemos en cuerpo y mente para habitar nuevamente ese mundo nuestro y sus vericuetos, familia, alimento, trabajo, descanso, esparcimiento, etcétera.

Cierre/Cierre?

La intensidad de lo ocurrido genera una mezcla de sensaciones.
Deambulamos entre el agotamiento y el estar fortalecidos. El vacío y la plenitud. Contraposiciones en nuestro interior que requieren una transición más extensa.
La escritura, el estar juntos y el volver a la palabra nos ayudan.

Cierre?
Si, es cierto. Retornamos a nuestros hogares. Somos cuidadosos en la transición. Pero la cosa no termina.
Algo muy fuerte ha quedado grabado, la memoria, lo emotivo y lo experiencial han sentido el impacto.
Lo confirman las crónicas, los mensajes y la puesta en juego de herramientas adquiridas en el/los encuentros mucho tiempo después de los mismos.
Las comunicaciones llegan a la semana; al mes; al año; a los cuatro años!
Increíble, la impronta que deja esta vivencia hace que algunos se manifiesten enseguida y otros no tanto. Lo que es seguro es que deja huella y, evidentemente; lo atemporal juega un papel importante en las individualidades y el grupo.
Como hablar de cierre entonces. En todo caso de apertura.
Al empezar este ensayo les conté que el mismo estaba en movimiento.
No es solo tinta en la hoja, tachones, correcciones, mate y diccionarios. No es solo llevar lo escrito a mano a la computadora. Es además, el movimiento interno que esta escritura me genera. Ojala a algunos de ustedes también.
Esto sigue entonces, va a haber que reformular este escrito o hacer otro, volver a entrar, corregir, mejorar, agregar.
Voy a elegir diez letras, tres puntos y un acento para terminar, por ahora; esto.
Continuará…

Julian Presas.-

martes, 28 de abril de 2009

El arte de coordinar (Julián Presas)

EL ARTE DE COORDINAR

(Publicado en Revista: Campo Grupal. Febrero 2010)

Fue un alemán, un tal Baumgarten quien definió la estética. Si bien la raíz del termino viene del griego aistheetikós: sensible, de aisthánesthai: percibir, comprender. Fue recién a mediados del siglo dieciocho que se escuchó esa palabra.

Estética: Ciencia que trata de la belleza y de la teoría filosófica del arte.

Intentaré hacer un contrapunto entre algunos términos recién mencionados.
Arte – Coordinación – Estética – Ciencia – Belleza – Teoría – Filosofía
Partiendo de la premisa de que, independientemente de lo que se coordine, la coordinación debe ser un hecho estético. Si no nos negamos semejante privilegio, encuadramos a la coordinación dentro del terreno del arte, y hacerlo reporta múltiples beneficios.

Aquello que necesitamos al encarar una coordinación:
Apertura – Tacto – Sensibilidad – Visión – Escucha – Percepción – Conocimiento – Manejo del tiempo – Encuadre – Apuntalamiento – Sostén – Estimulo – Dinámica – Ductilidad.
Son condiciones, todas, que requiere también un artista al encarar su obra.

No se trata sólo de coincidencias, sino de posicionamiento. Colocarse en un lugar distinto para trabajar, reconocer la coordinación como un arte nos ubica en el territorio de lo bello y lo siniestro; de lo expresivo y lo comunicacional.

Durante muchos años y, aun hoy, las dinámicas y vericuetos de la coordinación se han transmitido mayormente en ámbitos “psi”; unidades académicas; claustros estudiantiles; divisiones científicas. Todos estos sectores, en mayor o menor medida, no sólo han legado esquemas y estructuras de pensamiento a nuestra labor, sino que además han aportado el estatus científico que el acto de coordinar conlleva.

Los saberes que estos espacios pueden darnos aún no se han agotado, pero ya es hora de darle extensión a la otra pata en la que se apoya esta historia, no para dejarla enclenque sino para afianzarla y permitir así que el tiempo haga entender que la complementariedad arte/ciencia puede ser fecunda, pero, además, que el paradigma en el cual se enmarca la coordinación es el artístico.

Si esto se logra toda una serie de cambios ha de ocurrir, que los virajes epistemológicos lleguen a buen puerto y no hagan agua en el mar de las polaridades y las miradas únicas depende de nosotros. Que los artistas no vean la ciencia como a un monstruo devorador de espontaneidades, que los científicos no sientan lo artístico como lugar de excesos y herejías sin contenido.
Cuando logremos que lo previsible y lo imprevisible estrechen sus manos y caminen juntos por el sendero del conocimiento, la transformación, la creación, la critica y los develamientos entonces si, podremos sentirnos orgullosos y satisfechos. Para que ese día llegue falta ceder espacio al arte, ojalá al terminar este ensayo usted, yo, ella, él, cualquiera, podamos debatir y razonar con argumentos mas sólidos y convencernos de que coordinar es un arte de pies a cabeza.

Cada punto detallado a continuación merece amplitud y desarrollo; lo que esgrimo es una ínfima parte, el objetivo es dar cuenta de la vasta cantidad de motivos que nos respaldan a la hora de posibles enfrentamientos con los dogmas, en estos tiempos que corren; de reposicionamiento.

Priorizar el proceso por sobre el producto nos habla de una formación integra donde lo que se busca no son sólo resultados, sino todo el recorrido necesario. Esto genera en quien lo vivencia la sapiencia necesaria para no conformarse con espejitos de colores. Aún hoy se venden falsas ilusiones y hasta las palabras cambian el significado; resultado se asocia a éxito cuando debiera ser a consecuencia, efecto, corolario.

Repensar la asimetría no es negarla, es reafirmar esta desigualdad; es aseverar las diferencias; es fortificar esta irregularidad… empecemos de nuevo.

Repensemos lo asimétrico, una cosa es el lugar del saber y otra son los tronos inalcanzables. El lugar diferente que ocupa el coordinador permite su trabajo, pero esta situación a veces confunde, engolosina a algunos y alimenta sus ansias de poder. Estos débiles hombres y mujeres con mascaras de bondad paternalista tienen la triste suerte de perderse el placer de embarrarse junto a sus coordinados.

Manejar una asimetría diferente requiere el doble de esfuerzo y menos alimento enlatado para el ego. Correrse del lugar de autoridad es bajar a tierra y aquí la metáfora es concreta, desde allá arriba se puede ver y trabajar lo aéreo; pero desde abajo se lo hace sobre firme, se apuntalan las vivencias y se genera una solidez real, no ficticia. La que tiene que ver con el grupo sintiendo la potencia de quien tiene el saber caminando a la par y siendo en un mismo terreno.

Permitir, dar permiso, invitar a ser. Habilitar. Si los ejemplos siempre los da el mismo, si se manipula constantemente el accionar para llegar a buen fin, si la lección se torna parábola, estamos frente a un caso de pasaje efímero para el otro. Cuando se alecciona constantemente se entra en una dinámica donde quien es coordinado pierde el deseo de mostrar sus saberes, mientras quien coordina se erige en poseedor absoluto de los contenidos a trabajar.

El artista de la coordinación trabaja con los emergentes y no teme quedar en evidencia ante un mayor manejo del material por parte de un miembro del grupo; de hecho, eso es de sumo provecho. Trabajar desde los saberes grupales, marcarlos, incluso aprender y reformular el encuentro a partir de ellos, no sólo instala el movimiento sino que además genera la confianza necesaria para realmente apropiarse de los contenidos del/los encuentros.

La habilitación debe ser formal desde la certificación, e informal en el minuto a minuto del trabajo.
Involucración y Compromiso
El artista de la coordinación ve cada encuentro como una obra de arte, eso lo hace único. Como el pintor cuando arma la tela y prepara óleos, pinceles; como el bailarín estirando en un salón espejado; como el ceramista al frotar sus manos y mirar la arcilla, como… como todo artista al desplegar su universo creativo, así se planta el coordinador frente a un espacio de creación que requerirá su esfuerzo y atención.

Su apertura y saberes al servicio de la cosa. No será músico, pintor, bailarín ni escultor y será todo eso al mismo tiempo. El involucrarse tiene que ver con un rol activo y alerta, un silencio o una mirada pueden ser pinceladas en el cuadro; un estar en el lugar indicado puede ser cadencia de melodía.

Es estar metido de lleno y a la vez con energía para estar fuera. El artista coordinador concluye un taller con los ojos bien abiertos, los pies bien firmes, la cabeza en mil lados y sin haber robado un ápice de protagonismo a los “demás” participantes. Tal vez sea éste uno de los puntos más difíciles de esta labor. El estar absolutamente y al mismo tiempo haber sido invisible. El ser bien visible y a la vez no estar en lo absoluto. Para semejante estar/no estar hay que ser artista. No se baja línea, se es la línea… y el punto, y el plano; el compromiso es estar por completo y abocado a la reunión.

Es éste uno de los quiebres mas fuerte para con las viejas doctrinas, no las contradicen, las mejoran y potencian. Para poder ser y no ser, estar y no estar, hay que haber vivenciado una y otra vez la fusión con la disciplina.

Por ejemplo, el músico, tras conocer técnicas y artilugios, sentir la vaciedad de un escenario, luego de las histerias y aplausos… evoluciona. Lo hace si logra salir de la arrogancia y lo perecedero convirtiéndose en música y cayendo en cuenta de que es tanto y nada más como un hombre o una mujer por cuyo cuerpo y alma algo sublime se despliega. Cualquier artista que llega a ser la disciplina que ejerce, ha traspasado las líneas de lo superficial.

El coordinador es coordinación, es lugar de atravesamientos, y lo es en tanto su involucración y compromiso sean acordes al noble acto que ejerce.
  • Sentir y palpitar los grupos
La fortaleza necesaria para ser artista/coordinador requiere entrenamiento. Se siente al grupo por fuera y por dentro, se palpita el grupo y se lo trabaja en otros grupos.

El coordinador debe ser coordinado, no sólo supervisado, sino que tiene que estar del otro lado, vivir eso regularmente, ser uno más en otro espacio. Bajar, reconocerse aprendiente, escuchar, mirar y hacer desde el lugar de coordinado. Sentir los grupos es estar abocado a ellos, es la convicción de que son la revolución y las herramientas de lucha, resistencia y cambio.
Su trabajo inicia mucho antes, concluye mucho después.
El artista/coordinador siente un enorme placer al coordinar. Sabe que es el encuentro con un espacio de disfrute, inherente a la actividad, mas allá de las situaciones que puedan tal vez no ser felices, aunque haya dolor, aunque pase lo que pase… el coordinador sabe que plantea un espacio donde su ser artista ha de encarar las situaciones de una manera diferente. La estética está a su servicio, si él lo sabe los demás lo sienten y sentir eso hace palpitar al grupo en sincronía.

Coordinar es algo hermoso y a la hora del encuentro el artista/coordinador esta abocado ciento por ciento a la actividad.

Un recibir y entregar distintos, lo mejor que le puede pasar a un maestro es que un discípulo lo supere, eso habla de la entrega absoluta de sensibilidades y conocimientos que hubo en la sagrada relación enseñante/aprendiente. Ser superado es un logro compartido, el buen maestro se regocija y se siente pleno cuando un discípulo lo supera.

El coordinador debe aprender eso. Se es maestro en más de una oportunidad en los grupos, los coordinados pueden capitalizar la forma de coordinar como una enseñanza.

Así como el buen artista entrega por completo en la manifestación de su arte, el coordinador también debe hacerlo. No sólo saberes, también información, bibliografía, textos, otros trabajos, espacios de otros coordinadores. Se debe hablar de otros, contemporáneos. Es cierto, Diógenes era bárbaro, nombrémoslo, pero murió hace 2332 años. Citemos a nuestros pares, a los que trabajan lo mismo, nutramos al grupo de información.

Aquellos que guardan, archivan y no comparten tienen miedo; un temor ilógico, un egoísmo inexplicable y básicamente no entienden que el caudal de recepción es proporcional al de entrega. La satisfacción que produce saber a un otrora coordinado coordinando bien y con pasión es inexplicable.

Parte de la responsabilidad es del coordinado, entender qué tipo de coordinador tiene enfrente es fundamental; a partir de eso uno decide si el espacio que afronte será un pasatiempo, algo lindo, entretenido, agradable, o bien algo para siempre, algo que queda en la memoria y será matriz desde la cual surjan actividades futuras.
  • Dejar de lado certezas, ser crítico
Trabajar con los emergentes es enfrentarse a lo espontáneo, estar abierto a nuevas formas e incluso reformular los contenidos. El conocimiento transforma, hace claro lo oscuro, devela situaciones, ser crítico es la base para que eso suceda, hay que propiciar esos tres puntos entrelazados: crítica, conocimiento y transformación.

Trabajar desde una ideología pero propiciar siempre la libertad de pensamiento. El grupal puede ser un espacio de imposición ideológica, y metodológica. Puede ser lugar de reclutamiento, confinamiento y sometimiento.

La dinámica de nuestra labor es propicia para toda esta serie de barbaridades. El coordinador es, además de eso, otra cosa: psicólogo, medico, pintor, cocinero, ama de casa, albañil, alfarero, científico, coleccionista de huesos, trapecista, tomamatista. No debe negar lo que es, pero cuando coordina es coordinador, su labor en ese momento es ésa. La coordinación puede usarse como lugar de reclutamiento, dejando así de lado lo concerniente al encuentro. Es cierto, la identidad del coordinador es su cotidiano también, puede contarlo, incluso iniciar un taller desde ese otro lugar que ocupa, nadie dice que niegue lo que es… pero si de repente aquella otra labor que ejerce gana espacio en el encuentro y corre de a poco los contenidos, estamos frente a un caso de mala praxis, lo iatrogénico en los grupos puede ser algo simple y complejo a la vez. Siempre somos modelos de coordinación, no importa que el otro comparta o no con nosotros nuestras formas, somos modelos igual.
  • Es bueno usar nuestro cotidiano laboral al servicio de la coordinación

Es mala y poco ética una coordinación al servicio de nuestro cotidiano laboral si esto implica quitar tiempo de la actividad en pos de una sesión propagandista. En definitiva, uno busca con quién trabajar. Volvemos aquí a la responsabilidad compartida, el coordinado debe darse cuenta de por quién está siendo coordinado. El coordinador elige con quién trabajar. El artista/coordinador elige hacerlo con personas, con libertad, con pensamiento.


Ritmo y Tiempo

La consecución, el hilado, la sucesión; palabras que adquieren potencia al pensarlas desde el arte.
Lo temporal y lo atemporal están presentes en el ruedo, entrar y salir de la gama de relaciones posibles entre estos estados requiere plasticidad y entrenamiento. El ser artista alimenta de materiales abocados al hacer concreto lo abstracto, miles de años están al servicio del coordinador, siglos de pensamiento sobre lo impalpable y lo intangible. El artista, al expresarse, es memoria y actualidad en simultáneo, el coordinador que entiende esto ahorra energía, discurso y tiempo.

  • Metáfora. Es bueno usarla, y… serla.

El uso constante de discursos paralelos, palabras propias de otras disciplinas, explicaciones con ejemplos de otras áreas que necesitan ser transcodificadas. Enriquece, claro que sí. Pero mucho más lo hace el ser parte de esos discursos.

Podemos ejemplificar con plasticidad, apertura, ritmo, movimiento, color, textura, ilusión. Estas pueden ser sólo palabras o bien pueden ser conceptos, herramientas dialécticas que nos pertenecen al estar posicionados en el terreno del arte. En ese sentido el artista/coordinador no necesita traducir por qué es, evita hacer una constante adaptación lingüística. Los lenguajes que posee le permiten metaforizar directamente. La otra forma es metaforizar desde la metáfora a la metáfora metaforizada… ufff, con tanto trabajo la idea ya se disolvió, el taller ya anda por otros lados, no seamos ancla cuando podemos ser nado.

Ritual.

Explicar lo que la cosmovisión “x” implica es hablar de fuego, circulo, pinturas, danzas, sonidos y cuerpos. La ciencia no alcanza, la teoría y la palabra balbucean con esfuerzo pero la cosa se entiende cuando lo concreto del no-verbal entra en juego.

El artista no va a levantar el parquet del salón alquilado prendiendo fuego para mostrar ni va a alentar a una falsa tribu a pintarse la cara y saltar como monos. Sí va a trasmitir desde un sentir adaptado a las circunstancias con formas de movimiento que se inscriben en la memoria ancestral del cuerpo, propiciará un baño sonoro con sonidos regresivo-genéticos y entonces sí habrá un fuego imaginario pero real en el centro y una tribu saltando, tal vez sin siquiera la necesidad de hacer movimientos.

Acción y Palabra.

Que la segunda es sustituta de lo primera es cierto. Que ambas dos deban estar, también. El artista/coordinador debe aceptar el desafío de ser acción en la palabra, no sólo frente al grupo sino también en solitario.

Hay que escribir, hacer teoría, involucrarse en el compromiso de readaptar y reconceptualizar el marco teórico/practico. Acción y palabra deben ser complementarios, se potencian, se necesitan. La palabra puede ser acción, la acción puede ser palabra. Basta ya de contraponerlas, filosofemos sobre las virtudes de la fusión y así entenderemos mejor las diferencias.

Repensemos las palabras, quitemos la basura que hay encima de ellas. Discriminar no es malo, el matiz negativo del término tiene que ver con nuestra historia terrible. Si no lo hacemos corremos el riesgo de contradecirnos a cada paso que demos. El artista/coordinador puede trabajar con la pureza de la acción y la palabra porque la filo y ontogenia lo avalan para hacerlo.

Es a partir del arte que nacen las cosas, entre ellas la ciencia. El impulso fatalista que las sociedades dominadas imprimen a las cosas hace que los templos donde reposan una y otra sean tan dispares. El artista/coordinador va a trabajar para lo que está adentro, para el contenido, para lo profundo. Ya hemos visto y seguimos viendo lo que las labores superficiales hacen con la acción y la palabra.


Las reglas

El artista/coordinador entiende el deseo de romper las reglas porque él mismo lo ha sentido. Es este otro equilibro difícil al que lo someten las acrobacias de una coordinación jugada.

Será regulador de las rupturas recomponiendo furcios a veces y reencauzando en la actividad al grupo, otras. Debe reconocer quienes toleraran el trabajar al límite del acting.

Así como el traspasar algunos límites puede ser tolerado, el blanquear situaciones es un deber para con todos. Se denuncia, renuncia y enuncia llegado el caso. Si el grupo es de formación, el rigor y la excelencia de los contenidos debe ser implacable.


Los contenidos.

El artista/coordinador se reconoce en lo edificante, si los saberes y materiales a trabajar son una estructura, él debe haber pasado por cada una de las etapas pertinentes. Ha de ser pala, ladrillo, plano y gotera si hace falta. No sólo debe entender sino también estar entrenado, la práctica de los contenidos regularmente por parte del coordinador es esencial. Esta fusión intelecto/acción es vital en la labor.


Caos, divague.

Es necesario, es torbellino del que saldrá un producto determinado, sea cual fuera este, el transitar el caos lo hace valioso, habla de desafío y de una instancia de incertidumbre y desazón. Lograr algo de esa manera hace al ser creador. Sostener al grupo en el caos y sostenerse en lo caótico como coordinador nos habla de un grupo cuya fortaleza hace que no ceda ante las exigencias de la creatividad.

Hasta aquí algunos esbozos, suficientes, a mi manera de ver, para replantearnos dónde estamos parados. Lo bueno de esto es que queda tanto por hacer que realmente podemos ser participes y constructores. Podemos salir del lugar de pasividad en el que los dogmas nos han dejado. Podemos, si queremos, aportar conocimientos. Ser hacedores de la historia en vez de intérpretes sumisos de la misma. Podemos, si queremos, nos preparamos, nos entrenamos, nos dedicamos, nos entregamos y nos lo permitimos ser Artistas de la Coordinación.


Julián Presas

Cuerpo y música (Julián Presas)

CUERPO Y MÚSICA
Crónicas de lo extraordinario
(publicado en Revista Kine. Num 87. Junio/Agosto 2009)

Cuando empecé a sonorizar talleres, encuentros y toda clase de dispositivos grupales en el año 96, jamás imagine la importancia que esto iba a tener en mi vida. Mi anhelo de entender, perfeccionar y compartir me han llevado a pensar los cómo, qué, dónde y cuándo de este maravilloso terreno. Su complejidad y especificidad hacen que piense la sonorización como una disciplina independiente. Si bien es cierto que diversos campos se encuentran al momento de sonorizar, la singularidad y la potencia de este encuentro lo erigen como absoluto y autárquico.


Mis formaciones en Musicoterapia, Psicodrama, Teatro, Docencia, Música, y Coordinación Grupal me han ayudado a abordarlo. Los campos: Cuerpo, música, escena. Los lenguajes, corporal, sonoro, verbal, no verbal, escénico y del movimiento, se conjugan cada vez que una “sonorización de improvisaciones escénicas” sucede.


¡Cuánto pasa en un espacio con gentes y sus cuerpos predispuestos! ¡Mucho!
¡Cuánto en un espacio con músico y su sensibilidad a flor de piel! ¡En abundancia!
¡Cuántas cosas pasan cuando se fusiona espacio propicio, cuerpos predispuestos y músico atento! ¡Infinitas!


La música creada in situ tomando como partitura los cuerpos en la escena es algo que va más allá del músico. Los movimientos, despliegues y sentires generados por los cuerpos que toman el sonido como ente que los completa van más allá de lo explicable con palabras. Cuando la fusión sonido/cuerpo es lograda, trasciende el aquí/ahora y, en un mismo espacio de producción conviven diversas características, energías y procesos; individuales, grupales, comunitarios, arquetípicos y sociales. Las múltiples combinaciones posibles por un lado, las frecuentes o inusitadas secuencias de acción por el otro, hacen de este encuentro un enigmático y apasionante campo donde la potencia y la adrenalina conviven con la calma y la concordia.


Les detallo brevemente lo que puede suceder en un minuto de sonorización: …lo atemporal y lo prelógico de una coreografía inconsciente cabalga sobre lo exacto de un ritmo binario; mientras, la respiración de un acordeón se enreda a los mecanismos de defensa de los actores de la escena de aquel costado; a su vez, el canto regresivo-genético del músico evoca en quienes deambulan a la izquierda las imágenes profundas de algún hecho reciente… Las escenas simultáneas; los reposicionamientos subjetivos; lo concreto y lo abstracto; la ciencia y el arte; las distintas dimensiones; lo ficticio y lo real; la incertidumbre de lo que sucederá en la improvisación que hoy me toque sonorizar hacen que ame esto que les cuento.


Lo que logran los cuerpos penetrados por el sonido es algo que no deja de maravillarme cada vez que lo atestiguo. Los lugares donde la música puede transportarnos son remotos, conocidos, nuestros, ajenos, inagotables. Por todo esto es que cada vez que el destino me regala la posibilidad de sonorizar me preparo en cuerpo y alma para el ritual de ser parte. El respeto a estos espacios de espontaneidad y fusión cuerpo/música vienen del saber que el anterior fue único y el próximo… Como tantas otras cosas a ésta hay que vivirla; además de hacerlo, me encuentro hace un tiempo abocado a la tarea de conceptualizarlo. He aquí una difícil labor, ya que las palabras apenas se acercan; y los sentires, tan latentes, se entrecruzan con el deseo de explicarles. A veces siento que es absurdo el intentarlo sin proponer una actividad. Otras, que es imposible. Tal vez, captar la idea sea acorde al bagaje de cada uno, como en la acción, donde cada uno es acorde a sus posibilidades.


LA SONORIZACIÓN


La sonorización es en tanto y en cuanto haya algo para ser sonorizado. Sin lugar a dudas pienso que es un lenguaje en y para la acción. Es un arte que requiere otro arte. En un principio, ese otro necesario puede no ser un lenguaje estético, pero, tras haber sido sonorizado, indefectiblemente se transforma en eso. Ese otro necesario puede ser una escena teatral, una situación cualquiera del cotidiano, la imaginación, los recuerdos, el cuerpo en la escena.


Ejemplos: Sonorizar el recuerdo “cuando crucé el río nadando” solo en mi pieza, no abre el juego a otros, pero es un entrenamiento necesario. Sonorizar una situación donde los actores no se percatan de lo que están siendo objeto (“esa pareja que camina bajo la lluvia, ella pisa una baldosa y salta sobre los pantalones el agua”) también es entrenamiento; además agrega el condimento de lo impredecible. Ahora bien, la sonorización por excelencia es cuando hay cuerpos predispuestos a la interacción en un espacio determinado. Esto merece especial dedicación, en breve lo describo.


La sonorización es todo lo que suceda en el espacio acústico (música, sonidos, ruidos, expresiones). Es todo lo concerniente a la comunicación (verbal, no-verbal, visual, gestual, corporal). Es todas las manifestaciones y relaciones intrapsiquicas que sucedan entre los presentes. Lo concreto de un acorde abierto es el devenir de la abstracta sensación de un momento dado; también puede ser que la abstracta sensación que genera ese acorde abierto devenga en lo concreto de un cuerpo liberado. En este terreno no sólo los parámetros adquieren otras dimensiones sino que la labor en su totalidad es otra dimensión. Es aquí donde abstracción, tiempo, espacio y lo concreto se resignifican en un estado situacional donde la creación, la simultaneidad lo in-pre-consciente y el arte conviven.


El sonorizador es objeto, vehiculo y sujeto; en tanto no comprenda esto lo que haga puede ser música, expresión y tantas otras cosas pero no sonorización. Las responsabilidades de este arte son tantas como sus privilegios. El sonorizador tiene en sus manos la música, ésa que ha internalizado quien está en el ruedo. Cada cambio desde la ejecución musical conlleva quiebres, virajes, modificaciones corporales. Cada variante sonora propuesta se transforma en modificaciones del sentir del otro. El poder de la música es absoluto, el sonorizador tiene la obligación de cuidar y resguardar la sensibilidad ajena. El sonorizador no tiene el poder, es vehiculo de, es el lugar por donde la cosa pasa. Lo solemne del material que se emplea hace a la humildad que debe tener quien lo efectúa. El sonorizador vibra en cada secuencia armónica, suspira en los silencios, late en los tambores, ríe con melodías y llora con canciones. La cosa pasa por, queda en, y sale de, su cuerpo. El voltaje de sensaciones puede ser altísimo y el sonorizador debe protegerse. Esta intensidad, este cúmulo de alimento para el alma es proporcional a la entrega y el respeto por el trabajo. Esta labor requiere, además de conocimientos técnicos, una sensibilidad especial y un entrenamiento adecuado para mantenerla despierta.


LA FUSION. SONIDO/CUERPO


Párrafos atrás dije que la sonorización por excelencia sucede cuando hay cuerpos predispuestos en un espacio determinado. A mi entender, sonido y cuerpo son las dos entidades mas completas que existen; si se fusionan, todo puede suceder. Semejantes protagonistas cooperan entre si desde el hacer y el motivar, se puede decir que hay una co-creación; a veces es uno quien toma la pasta, a veces el otro y otras veces ambos en simultáneo. Esta isocronía es lo que llamo “partituras simultáneas”. El sonorizador lee aquello que el cuerpo narra y viceversa, en acción e intención. Ambos están alertas a lo que es y a lo que late, a los emergentes y a ese algo más que deja traslucir el otro. Es así como en el ruedo hay un diálogo estético, los códigos que lo rigen no son los cotidianos, ambos dicen sin obstruir, no compiten, no luchan, no se molestan. No hay rivalidad. Se potencian. El cuerpo sabe que, junto al sonido, puede hacer lo que quiera. El sonido sabe que junto al cuerpo puede llegar a lugares no imaginados.


Hay situaciones corporo-sonoras que son etiquetadas, entre otras cosas, como éxtasis, posesión, misticismo, ritual, ceremonia. En la sonorización todos estos rótulos encajan, la diferencia aquí es que el hecho estético es objeto en y para sí mismo. No hay finalidad ni lugar donde llegar, se tiene en cuenta el proceso por sobre el producto. La prioridad es el sentir, el ser. Se capitaliza mediante la experiencia, la riqueza consiste en el cúmulo de vivencias. Que este ejercicio resulte en la mejoría de determinadas cualidades estético/expresivas es producto de la acumulación de procesos y no del proceso de acumulación de productos. Así es como las personas que están en el ruedo en el caso de una fusión cuerpo/sonido, son hacedores, armadores, intérpretes y testigos. Guías, camino, puntos de encuentro y destino.


Julián Presas